El éxodo es un negocio para las redes de funcionarios que comercian con los pasaportes por miles de dólares
Julián Quiara parece ir en serio cuando durante un paseo
entre el bullicio de turistas alemanes y comerciantes callejeros senegaleses
junto al acantilado de Puerto de la Cruz, Tenerife, hace un comentario
escalofriante.
“Antes de que me deporten a Venezuela me tiraré al mar con
una piedra atada a los pies”.
Quiara, de 42 años, tiene motivos para temer. Hasta hace
nueve meses, trabajaba para el Saime (Servicio Administrativo de Identificación,
Migración y Extranjería) en la Torre Aco, el edificio al este de Caracas donde
opera una mafia de funcionarios corruptos que cobran miles de dólares a cambio
de un pasaporte, uno de los negocios más prósperos en un país arruinado.
En abril, Quiara se montó en un avión para huir a España,
donde tiene familia. Ha pedido asilo. Asegura que había sido amenazado por sus
superiores por no querer colaborar en la venta ilícita de los documentos de
identidad.
En medio de un éxodo sin precedentes, muchos venezolanos
que desean huir de la hambruna, la delincuencia y el caos en que ha degenerado
el régimen de Nicolás Maduro llevan más de un año esperando un pasaporte por la
vía oficial, pero quienes pueden y quieren pagar miles de dólares a los
funcionarios corruptos del Saime se hacen rápidamente con los documentos, según
víctimas, funcionarios y exfuncionarios del Gobierno venezolano e
intermediarios de este tráfico ilegal.
Al frenar la emisión de pasaportes, la oposición sospecha
que Maduro busca negar el derecho al voto a los más de dos millones de
venezolanos que se estima componen la diáspora.
Esa teoría se apoya en el hecho de que Caracas usa los pasaportes
para castigar a la población crítica. Las autoridades les han retirado el
documento a diputados, artistas y periodistas.
"No es casualidad que esto pase antes de las
elecciones presidenciales", argumenta Lester Toledo, un líder opositor del
partido Voluntad Popular, que ahora reside en Madrid. Maduro buscará la
reelección en unos comicios
el 30 de abril.
Con respecto a quienes siguen en Venezuela esperando su
documento de viaje para emigrar, algunos creen que Caracas pretende contener su
salida. Pese a ello, miles de venezolanos huyen
a pie cruzando a Cúcuta, Colombia, por el puente Simón Bolívar, donde muchos usan una tarjeta
de movilidad fronteriza.
LA
DIÁSPORA EN NÚMEROS
Venezuela experimenta desde hace dos años la mayor salida
de personas de su historia reciente, según los demógrafos. Durante los primeros
años del chavismo emigraron venezolanos profesionales o empresarios, que tenían
por destino sobre todo EE.UU., Colombia, España y otros países de Europa. Pero
en los últimos dos años, como consecuencia del deterioro económico y político,
ha cambiado el perfil y el destino. Decenas de miles de venezolanos pobres y de
clase media están emigrando a través de las fronteras terrestres con Colombia y
Brasil con destino en esos países u otros de Sudamérica: Ecuador, Perú, Chile o
Argentina. Debido a que Venezuela dejó hace años de dar datos oficiales, se
hace difícil calcular cuántos de los 30 millones de venezolanos viven fuera y a
esa tarea se dedican expertos independientes que usan datos oficiales de otros
gobiernos. Tomás Páez, director del Observatorio de la Diáspora Venezolana,
calcula que más de 2.5 millones de venezolanos viven en el exterior, de los
cuales 1.3 millones se han ido desde 2016. Solo en Colombia viven ya más de
medio millón de venezolanos, según el gobierno colombiano. En España se estima
que viven más de 250.000 venezolanos (cifra que incluye a los que tienen doble
nacionalidad).
"Aquí no se habla mal de Chávez"
En Europa, EE UU y Latinoamérica muchos venezolanos han
quedado indocumentados a la espera de sus pasaportes, lo que les ha supuesto
pérdidas de empleo, separaciones familiares y miedo a la deportación.
Raiza Ramos, que lleva un año esperando en Tenerife la
renovación de su pasaporte caducado, afirma que por esta causa no pudo viajar a
Venezuela para ver a su madre antes de morir. “Me siento presa”, se lamenta.
“La crisis de Venezuela te afecta aunque estés a 8.000
kilómetros de distancia”, dice Viviana Huerta, de 29 años, que perdió su empleo
como publicista en Bilbao por culpa de su falta de documentación.
No tener pasaportes les dificulta todo tipo de trámites,
desde renovar su tarjeta de residencia hasta abrir una cuenta de banco o
comprar una línea de móvil.
“Me siento completamente desamparada”, se queja Huerta.
La reciente expulsión
del embajador venezolano en España como represalia por una medida similar de Caracas, no
afecta al personal consular, que sigue en territorio nacional con la misión de
asistir a sus compatriotas, aunque estos creen que no defienden sus intereses,
sino los del régimen. En el Consulado General de Venezuela en las Islas
Canarias los visitantes son recibidos por un cartel con una prohibición:
"Aquí no se habla mal de Chávez".
Raiza Ramos no pudo viajar a Venezuela para ver a su madre antes
de morir porque no tenía pasaporte en regla: "Me siento presa". RAFA AVERO
Venezuela no da cifras de emigrantes por lo que es
complicado estimar cuántos de sus más de 30 millones de habitantes se han ido,
pero cifras oficiales de diversos países muestran que cientos de miles lo han
hecho desde 2015. Ya sea por ineficiencia, fines políticos o por el incentivo
de la corrupción, el Saime no ha respondido a la avalancha de solicitudes.
El director de este departamento, Juan Carlos Dugarte, no
atendió los repetidos intentos de comunicación por parte de este diario. En
intervenciones recientes ha
culpado a los venezolanos porque
muchos —un 90%, según él— se sacan el pasaporte y no viajan.
Dugarte ha
desmentido informes que
atribuyen la crisis de los pasaportes a la falta del papel moneda y lámina de
policarbonato requeridos para la elaboración de pasaportes por la normativa
internacional y suministrados por la empresa alemana Veridos, filial de la
compañía pública Bundesdruckerei. Una portavoz de la empresa Veridos, Mareike
Ahrens, aseguró que no podía hacer comentarios debido a un acuerdo de
confidencialidad con el Banco Central de Venezuela.
Como medida de emergencia, el Saime estampa
desde noviembre unos adhesivos prorrogando
por dos años la validez de los pasaportes caducados. Pero aunque muchos están
recibiendo prórrogas, su emisión sigue siendo muy lenta por lo que muchos creen
que el remedio es en realidad una cortina de humo. Tampoco supone ningún alivio
para los venezolanos que han perdido su pasaporte o lo solicitan por primera
vez.
Juan Carlos Dugarte, director del Saime, niega que haya problemas
en la emisión de pasaportes.GOBIERNO DE VENEZUELA
En el Saime los corruptos apenas hacen esfuerzos por
ocultar sus manejos, según Quiara, el extrabajador del Saime. La Torre Aco es
un edificio apartado que alberga las máquinas de impresión. Allí no se atiende
al público, que hace largas colas en otras dependencias, pero sí se decide
quién tendrá un pasaporte y quién no.
Un día vio a un intermediario entrar con bolsas negras
llenas de dinero en el despacho del máximo cargo en la Torre Aco, Sheffield
Mexicano, titular de la Dirección de Impresión, Personalización y Distribución
de Documentos del Saime. Los intermediarios, conocidos popularmente como
gestores o facilitadores, trabajan asociados a los funcionarios corruptos,
dedicados a captar ciudadanos dispuestos a pagar por los documentos de
identidad.
Los funcionarios corruptos venden los pasaportes al mejor
postor.
“Algunos llegan a pagar 6.000 dólares (4.800 euros), 10.000 dólares
(8.100 euros)… Cuanto más necesidad, más te piden”, dice Quiara.
Un funcionario que trabaja actualmente en el Saime
confirma que la corrupción está extendida en ese departamento. Agrega que la torre
ACO "es el ojo del huracán", porque las redes de funcionarios
corruptos necesitan al menos a un compinche cerca de las máquinas de impresión.
"Son innumerables los grupos involucrados, porque es
un negocio muy rentable", explica esta fuente, que habla anónimamente por
el riesgo a represalias.
— Pasaporte Express (@YaExprees) January 4, 2018
Las mafias son tan descaradas que publican mensajes en
Twitter prometiendo “agilizar” la obtención del pasaporte.
Una gestora, que pide anonimato, dice que los funcionarios
del Saime se alían con empresarios o personas con muchos contactos para
detectar a potenciales clientes. “Yo hago esto porque quiero ayudar”, asegura.
“Hay gente pasándolo muy mal”.
Clientes en Oriente Próximo
Mientras el Saime castiga a los venezolanos privándoles de
la documentación, sus funcionarios corruptos venden pasaportes a ciudadanos
extranjeros sin derecho a él pero con miles de dólares en el bolsillo. La
demanda del documento venezolano se explica porque permite
entrar sin visado en más de 130 países,entre ellos los 26 países del área Schengen de la Unión
Europea.
Quiara asegura que supo de redes de funcionarios que
venden pasaportes a extranjeros de origen sirio, iraquí o afgano. Cuando
trabajaba en el Saime estaba asignado a Misión Identidad, uno de los programas
bolivarianos puestos en marcha por el fallecido líder Hugo Chávez. La Misión
Identidad fue diseñada por el hoy vicepresidente Tareck El Aissami, de origen
sirio, y tiene por fin la identificación de nacionales venezolanos de bajos
recursos, pero ha sido señalado como la tapadera que permite la venta irregular
de documentos a extranjeros.
“Se puede robar, se pueden hacer muchas cosas, pero vender
una nacionalidad creo que es lo último que debe hacer un ser humano”, afirma
enojado Quiara.
La venta del pasaporte venezolano en Oriente Próximo ha
sido denunciada anteriormente por Misael López, que trabajó como diplomático
venezolano en Irak entre 2013 y 2015 y ha buscado asilo en España.
En un reportaje
en CNN, López mostró el año pasado
evidencia de que visas y pasaportes venezolanos fueron vendidos irregularmente
por la embajada a ciudadanos de Oriente Próximo, algunos con antecedentes por
narcotráfico y terrorismo.
“He visto a familias enteras documentadas como venezolanos
sin tener ningún vínculo con Venezuela”, explica López durante una entrevista
en Madrid. En una ocasión durante un viaje al Kurdistán iraquí le ofrecieron
15.000 dólares (12.100 euros) por un pasaporte, asegura.
El tráfico de pasaportes en Oriente Próximo también se
explica por la existencia desde hace décadas de grandes comunidades árabes en
Venezuela, y por los lazos del Gobierno de Maduro con Irán y Siria.
“Tortura blanca”
Los venezolanos indocumentados por culpa del atraso del
Gobierno han pedido una solución a su gobierno -Una
petición en Change.org para
que Dugarte tome cartas en el asunto acumula más de 17.000 firmas- pero muchos
han perdido la esperanza y piden solidaridad a las autoridades de los países en
que han quedado indocumentados.
Para los venezolanos en el extranjero “es una tortura
blanca”, detalla Antonio Ledezma, exalcalde metropolitano de Caracas, que en
noviembre se escapó de su prisión domiciliaria y huyó a España. “¿Cómo agarran
un tren sin identificación?, ¿Cómo abren una cuenta de banco? Es tan perverso
como que te golpeen con una mandurria”.
Ledezma ha pedido a autoridades y políticos españoles una
solución de emergencia para los indocumentados venezolanos con pasaportes
caducados en España, donde según el Instituto Nacional de Estadística
residen más
de 68.000 venezolanos (la
cifra no incluye a quienes tienen doble nacionalidad). El drama de los
indocumentados se ha sumado al de miles de pensionistas venezolanos residentes
en España que llevan dos
años sin recibir su ayuda por parte de Caracas, obligatoria según un convenio de Seguridad Social
entre ambos países.
Para resolver el problema de los pasaportes, Perú y Colombia han aprobado permisos temporales de permanencia que
en 2017 permitieron regularizarse a miles de venezolanos.
Un remedio similar en España aliviaría el drama de
venezolanos como Walter Pérez, quien perdió su documentación en enero de 2017
al devolver un auto de alquiler en Palma de Mallorca. “No consigo trabajo, no
puedo solicitar la residencia, mi esposa sufre de una hernia y está en paro…
Estoy del timbo al tambo con gente que me ayuda con trabajos de unos días”,
dice desde Mellid, en Galicia.
Pérez explica que no tiene dinero para pagar a una mafia.
Lo usual es que los corruptos pidan alrededor de 2.000 dólares a los venezolanos
en el exterior.
El ministerio del Interior español no respondió a una
consulta de este diario sobre posibles medidas de emergencia.
Líder en corrupción
Los pasaportes venezolanos han sido vendidos desde hace
décadas en el mercado negro: los venezolanos podían ahorrarse un día o dos de
cola y los extranjeros buscaban en ellos libertad de movimiento, pero nunca la
corrupción había alcanzado la escala actual, dice la directora de Transparencia
Internacional en Venezuela, Mercedes de Freitas. Tampoco se había explotado la
desesperación de los venezolanos del modo que se hace hoy.
Los pasaportes son uno más de los bienes suministrados por
el Gobierno de Venezuela que se venden de forma paralela en el mercado negro,
junto con medicinas, alimentos, neumáticos y otros documentos oficiales como
homologación de títulos universitarios. Los aliados de Maduro suelen dirigir la
cúpula de estas redes corruptas, como ocurre con los militares que controlan
el multimillonario
negocio de los alimentos al
tiempo que buena parte del país está al borde de la hambruna.
Venezuela es el país
más corrupto de América Latina y
décimo por la cola de todo el mundo, según la organización anticorrupción
Transparencia Internacional.
El exdiplomático López conoció desde dentro el
funcionamiento de las tramas corruptas del Gobierno bolivariano durante sus 10
años de desempeño previo como policía judicial. Asegura que la corrupción suele
ser dirigida por los superiores en estructuras piramidales.
Para acallar a los críticos, el Saime anuncia en ocasiones
operaciones contra la corrupción que suponen arrestos casi siempre de mandos
medios o funcionarios rasos, agrega López.
“Si yo te pongo como jefe de la oficina tú me tienes que
traer dinero porque si no te cambio o te convierto en chivo expiatorio”, añade.
En su refugio de Tenerife, Quiara dice que el ambiente de
trabajo en su oficina del Saime era insoportable por el temor a traiciones y
las demandas de fidelidad al régimen. Dice que sufrió una parálisis facial y
decidió marcharse. Ahora renta un apartamento en Puerto La Cruz donde vive con
su hijo de dos años y su esposa.
Muestra su tarjeta roja de solicitud de asilo y confía en
que dentro de unas semanas le llegue el permiso de trabajo. Si su caso no
prospera y le devuelven a su país teme que lo maten o pudrirse en una cárcel
por traición a la patria: “Dios no lo quiera… no es justo”.
Foto principal: Julián Quiara vio múltiples irregularidades en la oficina del gobierno venezolano donde se imprimen los pasaportes. FERNANDO PEINADO / VÍDEO: LUIS MANUEL RIVAS
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