miércoles, 29 de mayo de 2019

Dos libros de Jaron Lanier - Contra el rebaño digital y ¿Quién controla el futuro?



Contra el rebaño digital. Un manifiesto
ROSA JIMÉNEZ CANO 
¿Y si las personas estuvieran por encima de la tecnología? Jaron Lanier une el mundo artístico con la investigación académica y tecnológica. Se le considera el padre del término realidad virtual y la revista Time le ha destacado entre las 100 personalidades más influyentes de 2011. Con este aval invita a reflexionar de su mano sobre cómo se fundamenta la interacción entre personas y máquinas. Plantea, por ejemplo, cómo al utilizar un programa el propio individuo comienza a pensar como si también fuese un programa, siguiendo un patrón determinado.

Contra el rebaño digital, traducción no demasiado ajustada a su título original You're not a gadget: A manifesto (No eres un cacharro: un manifiesto), propone una visión humanista del uso de la tecnología. Invita a recordar que desde el iPhone que va en un bolsillo al ordenador del trabajo, están creados por humanos. Nada de lo que se crea en Palo Alto, cuya evolución ha seguido de cerca, ha salido de la nada, todo comienza en la mente de alguien. Esta visión se convierte en una constante en cada capítulo. 
A lo largo de su carrera Lanier ha trabajado en proyectos clave, quizá no los más exitosos pero sí los que han servido para abrir nuevas puertas y negocios prósperos. En 1985 estaba en Atari, donde se crearon los primeros videojuegos domésticos. Años después se embarcó en la aventura de crear una realidad virtual, Second Life. No triunfó, pero fue el comienzo de la proyección del ser humano en un avatar virtual. Su última aventura fue de la mano de Microsoft, algo que no parece muy acorde con su visión indie, para desarrollar Kinect, un sensor que captura el movimiento humano y por el momento se utiliza en su consola XBOX 360, aunque pronto se utilizará en campos como la medicina, la educación y la seguridad.
Uno de los mayores conocedores de Internet desde su nacimiento alza su voz para alertar sobre su deriva. Jaron Lanier opina que es necesario reflexionar y pensar por qué el negocio está en la publicidad en lugar de los contenidos, en generar información llamativa en lugar de profundizar en la misma o buscar nuevas formas narrativas. No se salvan ni las aplicaciones de iPhone y Android, tan de moda.
En su opinión, el totalitarismo digital es la nueva amenaza para el orden social, como lo fueron el fascismo y el comunismo anteriormente. Lejos de alinearse en el bando de los tecnófobos, Lanier lanza un manifiesto pidiendo la reinvención de Internet y sus aplicaciones, pensando en el individuo más que en las máquinas, en la utilidad más que en la rentabilidad, en el progreso más que en el resultado inmediato.
La posibilidad de hacer del usuario parte activa de la Red es, para muchos, como la revista Time, la revolución que ha dado protagonismo al ser humano frente a las máquinas. Lanier considera el conjunto de estas webs que conforman en la denominada web 2.0 lo contrario, casi una forma de alienación. Para este tecnólogo la creación colectiva es una forma de despersonalización que promueve la "mentalidad de colmena". Incluso va un paso más allá, considera la Wikipedia, la enciclopedia en la que cualquiera puede editar, como la mejor forma de anular diferentes puntos de vista. No falta la provocación con un punto cómico: "Leerla es como leer la Biblia. Es una mezcla de voces anónimas, diversos autores y editores con hechos que son difíciles de contrastar".
El autor pide, con una gran facilidad para hacer que el lector se identifique y siga en la lectura, que se vuelva a la refundación de Internet, que se obvien los gritos e insultos que inundan la Red para suplirlos por libertad de pensamiento, lejos de las masas.
La obra deja al lector con algunas dudas en caso aceptar sus propuestas: ¿es tarde para cambiar el rumbo? ¿Quién lleva el timón de Internet? Consciente de que la visión crítica sobre la web 2.0 que propone, el autor permite que el libro tenga vida más allá de las páginas de papel. En su web ha incluido un apartado para dudas y debates de los lectores: http://www.jaronlanier.com/gadgetcurrency.html Resulta una forma novedosa, y en su caso consecuente con lo que proclama, de seguir la conversación. Algunas de las contestaciones son tan interesantes como la obra en sí. Jaron Lanier explica, por ejemplo, que no le interesa estar en Twitter y Facebook, aunque le sirviera para vender más libros. 
Contra el rebaño digital. Un manifiesto
Jaron Lanier
Traducción de Ignacio Gómez Calvo
Debate. Barcelona, 2011
256 páginas. 19,90 euros


¿Quién controla el futuro?

Jaron Lanier
Traducción de M. Pérez Sánchez. Debate. Barcelona, 2014. 464 páginas, 23,90 €. Ebook: 11,90
Como indica su título, el nuevo manifiesto tecnológico de Jaron Lanier (Nueva York, 1960) pregunta de quién es el futuro. Pero muchos de los que quedarán cautivados con las revelaciones osadamente originales de Lanier se harán antes otra pregunta: ¿quién es Jaron Lanier? En los círculos futuristas, es un megagenio. Es el padre de la realidad virtual del mismo modo estridente y tremendamente popular en que Michael Jackson fue el rey del pop. El nombre de Lanier nos resultaría sin duda más familiar si no fuera un personaje tan poco telegénico, grande y con rastas, cuyo vello facial fue descrito como “musgoso” en una reseña de 2011 en The New Yorker.

Mientras trabajaba para “proyectos intrigantes no desvelados” para Microsoft Research -“un gigantesco y ligerísimo cañón de riel que sirva de lanzadera espacial” y una estrategia especulativa para “reubicar terremotos”-, Lanier encontró tiempo para darle seguimiento a su primer libro, Contra el rebaño digital(2011). Aquella fue una obra batalladora, brillante y predictiva, y el nuevo volumen es igual de emocionante. Lanier se rebela contra una oleada de diatribas más convencionales sobre los macrodatos para ofrecernos unas palabras combativas y a contracorriente sobre la capacidad de explotación que tiene Internet. El autodenominado “blandengue humanista” es un crítico mordaz de las grandes entidades de la Red y sus modelos de negocio.
Se refiere a ti, Facebook. (“¿Qué va a hacer Facebook cuando se haga mayor?”). Y a ti, Google. (“La gente de Google se habría hecho rica con su algoritmo sin necesidad de crear un organismo de espionaje privado”). Y al resto de tentadores Servidores Sirena (como los llama) que dependen de la acumulación y evaluación de los datos de los consumidores pero no admiten tner una deuda monetaria con la gente a la que extraen esta información “gratuita”. No hay que ser un ideólogo, afirma, para pensar que la gente tiene un valor cuantificable y merece ser recompensada por ello.
Es cierto que, un día, Lanier iba conduciendo por Silicon Valley, escuchando a lo que él creía que era una nueva empresa de Internet que “anunciaba a los cuatro vientos un nuevo plan para dominar el mundo”, cuando se dio cuenta de que lo que estaba oyendo era El capital de Karl Marx. (“Si uno escoge los pasajes adecuados, la lectura de Marx pude resultar asombrosamente actual”).
No es ningún “rojillo” (como señala); considera que los robos de la alta tecnología son un problema apolítico. Y es demasiado inconformista para alinearse con el pensamiento de nadie, incluido el suyo propio. Ya sea fanfarronada o mea culpa, Lanier admite: “Fui uno de los primeros que participaron en el proceso, y contribuí a formular muchas de las ideas que critico en este libro”. Y “a mis amigos del movimiento que defiende una Internet ‘abierta', les preguntaría: ¿qué creíais que iba a pasar?”.
¿Quién controla el futuro? reitera alguna de las ideas del primer libro de Lanier: que los negocios de la Red explotan a la gente de a pie, que los usuarios de las redes sociales pueden no darse cuenta de lo atrapados que están, que una clase media próspera es esencial para que Internet siga siendo sostenible. Si “la gente corriente ‘comparte', mientras que las redes de la élite generan unas ganancias sin precedentes”, hasta esa élite acabará por verse perjudicada. Lanier compara sus propuestas de reconfigurar este proceso con Una humilde propuesta de Jonathan Swift, pero lo que menos le preocupa es la grandiosidad de la escritura. “Deben entender que, en el contexto de la comunidad en la que me muevo”, dice en referencia a Silicon Valley, “mi propuesta es prácticamente autorreprobatoria”.

El estilo y las opiniones de Lanier, agudo y accesible, hacen que ¿Quién controla el futuro? sea tremendamente atractivo. Lanza algunos de sus mayores ataques a aquellos que dan por sentado que tienen el futuro en sus manos: a los defensores de la singularidad (la hipotética combinación inminente de biología y tecnología); a los pioneros de Silicon Valley que buscan la “matusalenización” (es decir, la inmortalidad); a los tecnoutópicos de todas las tendencias. Sí, resulta que Lanier es uno de ellos. Pero todavía es capaz de recordar que, de niño, los futurólogos pronosticaban colonias en la Luna y coches voladores. Ahora piensan en la genómica y los datos. Consciente de ese pasado maravilloso, dice: “Echo de menos el futuro”.

© NEW YORK TIMES BOOK REVIEW

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