La gran ingesta de productos cárnicos, que no para de crecer, genera graves impactos ambientales
Comer carne deja huella. Concretamente, en forma de impactos ambientales. El informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) esta semana, en el que vinculaba consumo excesivo de carne con un mayor riesgo de contraer cáncer, además de alterar a la industria cárnica ha puesto el foco sobre un problema solapado. “El consumo excesivo de carne no solo afecta a la salud de las personas sino que también perjudica al medio ambiente”, resume el catedrático de Nutrición de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Lluís Serra-Najem.
Tras el estudio de la OMS, la mitad de los españoles dice que comería menos carne
Existen cuatro variables medioambientales que limitan la producción de carne a escala global: la superficie que ocupa la zona de pastos; el agua que se consume, tanto por parte de los animales como en el proceso de producción; los gases de efecto invernadero provocados por las flatulencias de las vacas —actualmente, un 14,5% de los que se emiten a la atmósfera, según la FAO—, y la energía necesaria durante el proceso. Actualmente, gran parte de la población del mundo no consume ni productos cárnicos ni lácteos, pero a medida que mejoran las condiciones socioeconómicas de los países en desarrollo, la demanda de estos productos crece, poniendo en jaque los recursos ambientales de la Tierra. ¿Come el mundo carne por encima de sus posibilidades?
Para que una vaca produzca un kilo de proteína, debe consumir entre 10 y 16 kilos de cereales y los cerdos requieren 4 kilos. “Para producir un filete de unos 200 gramos se precisan unos 45 cuencos de cereales”, ilustra Laura Ordóñez, licenciada en Ciencias Ambientales y profesora de la Escuela Internacional de Naturopatía.
Factores limitantes
“Producir carne es muy costoso y sería más efectivo alimentar personas con los cereales que se destinan al engorde del ganado”, añade. El cereal es solo una parte de la huella ecológica (los impactos que cualquier actividad produce en el medio ambiente) de la industria cárnica. El agua es otro de los factores limitantes: mientras que para cultivar un kilo de maíz se necesitan 1.500 litros de agua, uno de carne se bebe 15.000 litros de este líquido. “Además de la contaminación por purines [residuos líquidos formados por las orinas y las heces de los animales], generados sobre todo en las granjas de cerdos, y con graves consecuencias en los suelos y las aguas subterráneas”, apunta Raúl García Valdés, profesor de Ecología en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Si se recuperara la dieta mediterránea se reducirían en un 72% las emisiones
Este año se producirán en el mundo 318,7 millones de toneladas de carne, “y se espera un aumento del consumo mundial a un ritmo del 1,6% anual en los próximos diez años”, anunció el agroeconomista belga Erik Mathijs durante el Congreso Internacional de las Ciencias y Tecnologías cárnicas, celebrado el pasado agosto. Un crecimiento que se concentrará, principalmente, en los países en desarrollo. “Actualmente, un 80% del planeta come poca carne y casi nada de leche”, recuerda Lluís Serra-Najem. Y pone un ejemplo: “En el momento en el que 1.200 millones de ciudadanos chinos empiecen a demandar estos productos, va a ser necesario un aumento de la producción que no sabemos si podrá realizarse por las limitaciones ambientales del planeta”, añade.
“El problema no es tanto el consumo de carne sino el abuso”, dice Serra-Najem, que junto a otros tres investigadores, se planteó qué pasaría en el mundo si se recuperase el patrón alimentario tradicional: “Si España volviera a la dieta mediterránea, no solo los ciudadanos tendrían mejor salud sino que las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de alimentos bajarían un 72%; el uso de tierras agrícolas se reduciría un 58%; la energía requerida disminuiría un 52%, y el agua necesaria bajaría un 33%”, concluye su estudio. Si, por el contrario, los españoles tendieran a comer al estilo estadounidense, el país más carnívoro en el último medio siglo, todos los impactos ambientales valorados crecerían entre un 12% y un 72%. “El modelo de Estados Unidos produce seis veces más gases de efecto invernadero que el mediterráneo. Y el doble que la dieta actual de los españoles”, concluye el catedrático.
El año pasado, en España, cada persona comió 51 kilos de carne, colocando al país en el décimo lugar del mundo en el ranking de consumo de carne.
¿Cuánta carne comemos?
En España se consumen 51 kilos al año de carne por persona y el pollo es el producto más habitual
La Organización Mundial de la Salud ha advertido de que el consumo excesivo de carne procesada está vinculado a un aumento del riesgo de padecer cáncer. También ha alertado de la necesidad de comer carne roja con moderación. ¿En España se come mucha o poca carne? Según el informe anual sobre alimentación de 2014 en España del Ministerio de Agricultura, el consumo medio per cápita de carne es de 51 kilos al año. Es decir, 139 gramos al día. Es un nivel muy elevado, ya que por ejemplo la dieta mediterránea aconseja tomar como máximo raciones de unos 100 gramos, y no todos los días. Sin embargo, por tipos, el consumo de carne roja es de unos 50 gramos diarios. En este caso, está por debajo de los niveles considerados excesivos incluso por los actuales estudios médicos y la OMS, que pone como tope 500 gramos a la semana (unos 70 gramos al día).
Del total de carne consumida al año en España, la mayoría es carne fresca: 37,7 kilos al año. Por procedencia, la mayoría de lo que comemos es pollo (14,17 kilos al año, unos 38 gramos al día), seguida de cerdo (10,7 kilos, unos 29 gramos al día) y vacuno (5,89 kilos, unos 16 gramos al día de media). La carne ovina y caprina se limite a 1,78 kilos al año por persona.
En cuanto a los productos cárnicos transformados o procesados (aquellos sobre los que avisa seriamente la OMS) es de 11,93 kilos al año por persona, 32 gramos al día. En parte, contribuye a este capítulo el consumo habitual de jamón cocido o curado: en esta categoría el consumo medio en 2014 fue de 3,56 kilos por persona al año. Según estas cifras, un español come en una semana, de media, 350 gramos de carne roja y cerca de 228 gramos de carne procesada.
Cada carne, un consumidor distinto
El Ministerio ofrece un perfil del tipo de consumidor según el tipo de carne. Está muy vinculado al precio: la carne de cerdo cuesta de media 5,82 euros; la de pollo, 4 euros; el vacuno, 5,89 euros. Y el cordero, más de 10 euros por kilo (de media, sin diferenciar tipos de corte).
Así, los hogares más consumidores de carne de cerdo en España son los formados por parejas con hijos mayores o medianos, así como las parejas adultas sin hijos. Son normalmente de clase media, numerosos (3 o más personas), cuyo responsable de compra tiene entre 35 y 64 años.
En cuanto al pollo, el perfil de hogar consumidor es de hogares de clase media, con presencia de hijos de 6 a 15 años, cuyo responsable de compra tiene una edad que oscila entre los 50 y los 64 años; parejas adultas con hijos medianos y mayores; adultos sin hijos.
La carne de vacuno la compran más las parejas con hijos ya mayores, parejas adultas sin descendencia o los ya jubilados. Suelen ser de renta media-alta y el responsable de compra tiene más de 50 años, un perfil casi idéntico al de los consumidores de carne de ovino.
En Venezuela el consumo de carne ha bajado 10 kilos per cápita
Informe 21, 05/10/2015 - 10:27
La ausencia de políticas que incentiven la producción nacional golpea de manera profunda los rebaños de ganado y eso se traduce en que los venezolanos cada vez coman menos carne, aseguró Carlos Odoardo Albornoz, presidente de Fedenagas, quien precisó que en 2012 el consumo de carne era 23 kilogramos y durante el primer semestre de 2015 se calculó en 13 kilos per cápita
Cifras del INE revelan caída del consumo diario de carne
Informe 21, 19/01/2015 - 20:40
La caída en el consumo también se manifiesta en la carne de pollo y pescado: si en el 2012 el venezolano consumía en promedio 81,83 gramos diarios de pollo, en 2014 la cantidad bajó a 74,23 gramos, según se indica en la Encuesta de Seguimiento al Consumo de Alimentos del INE.
En el caso del pescado en 2012 cada venezolano podía acceder a 28,35 gramos, y en 2014 consumió en promedio 24 gramos de pescado fresco.
El análisis de consumo de alimentos que hace el organismo refiere que la adquisición de carne por estrato social disminuye aún más en el sector pobre de la población: el quintil número cinco que agrupa al estrado D y E consumía 50 gramos diarios de carne de res en 2012. Dos años después este sector de la población consume 45 gramos de esta proteína.
Si bien el instituto estadístico no explica las razones por las cuales se ha contraído la compra y consumo de carne, el vicepresidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga) Carlos Albornoz dijo a El Mundo Economía y Negocios que la caída en la producción de carne es cada vez mayor. Actualmente cubre solo entre el 40% y 60% de la demanda nacional.
A su vez el precio de la carne, el pollo y el pescado es otra de las causas por las cuales el venezolano ha preferido dejar de consumirla. El kilogramo de carne de res molida en septiembre del año pasado era de 134 bolívares, según el INE. Este fin de semana la misma cantidad de carne se consigue en 380 bolívares en mercados municipales y 440 en abastos.
Una fuente de una cadena grande supermercados, refirió a este diario que los productores de carne están negociando con las autoridades gubernamentales para ajustar el precio regulado de los diferentes cortes.
El vicepresidente para la Seguridad y Soberanía Alimentaria, Carlos Osorio dijo el pasado viernes en entrevista con Venevisión que “los grandes dueños de los mataderos han ido deformando toda una estructura para ejercer presión en el precio de la carne”.
“Se lo hemos dicho, regularicemos el proceso de beneficio y de distribución de carne, porque sabemos cuáles son los números. De un mes para acá a la carne le han querido duplicar el precio y eso se corrige controlando toda la cadena de comercialización”, dijo Osorio.
Fuente: Gleixys Pastrán/ El Mundo
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