miércoles, 12 de octubre de 2016

Estado en armas - Alejandro Moreno


Cuando un fenómeno, un acontecimiento, un movimiento de grupos sociales es dejado al desarrollo de su propia dinámica, tiende a crecer, a proliferar, a profundizarse en los intersticios de la sociedad y a ir ocupando progresivamente todos los espacios de la sociabilidad. Si el movimiento fomenta mejores y más altos niveles de conciencia ciudadana, justicia, respeto a los derechos humanos y pacífica convivencia produce un mejor estado de la cultura, fluidez de las relaciones humanas y superiores condiciones de paz. Si, en cambio, se pone en marcha toda una tendencia criminal, fuera y en contra de la ley, esta se irá concretando en los más diversos modos de actualización y en todos los lugares y espacios a los que pueda tener acceso con sus métodos y procedimientos delincuenciales, que cada día serán más amplios y profundos.
Nuestro estado actual es de tal naturaleza, que lo que globalmente podemos llamar el malandraje, dejado como ha sido desde los años de esta revolución a su libre juego y albedrío, no solo ha ocupado todo posible lugar del delito, sino que ha despedido tentáculos hacia las instituciones del poder oficial y se ha enlazado con los que estas, a su vez, también han emitido para él, de modo que están ambos intrincados en una madeja de complicidades, intereses y crímenes casi imposibles de desentrañar. Mientras esta enmarañada madeja se mantenga, no habrá ninguna esperanza real para la tranquilidad y seguridad ciudadanas. Ya no tenemos, en lo que a la vida cotidiana de los ciudadanos se refiere, un Estado civil ni militar, con un centro de decisiones políticas al servicio de todos. Ha sido totalmente vaciado de contenido y se ha convertido en un cascarón hueco. Lo que tenemos, de hecho, en las calles, en las casas y en las obras es un Estado constituido por poderes dispersos de bandas, macrobandas, pranatos, sindicatos del crimen, que a veces, solo a veces, llegan a enfrentarse entre ellos, pero siempre perjudicando a la población pacífica a la que asesinan, roban, extorsionan, violan y no sigamos enumerando porque los horrores son interminables.
Ahí está el verdadero poder sobre toda la sociedad. Lo que hace un tiempo señalé que se estaba construyendo como un Estado subyacente al Estado oficial, ya no subyace; muestra su horrenda cara a la luz del día y por encima de las instituciones distorsionadas.
Si no se cambia el sistema que nos domina, Venezuela desaparecerá no solo como convivencia ciudadana, sino como Estado. Caerá en la más violenta anarquía. 

ALEJANDRO MORENO9 DE FEBRERO 2016 - 12:01 AM EL NACIONAL

http://www.el-nacional.com/s-s-_alejandro_moreno/armas_0_790121042.html





Bandas armadas se apoderan de las calles en Venezuela para celebrar sus velorios

la patilla, febrero 8, 2016 7:25 am .

Bandas armadas ordenan a los ciudadanos abandonar las calles y paralizan barrios enteros en Venezuela para celebrar los velorios a sus líderes muertos y protestar por supuestos ajusticiamientos de la policía.
Desde finales de enero esta situación de intimidación se ha dado en al menos dos ocasiones.
El 4 de febrero, el norte de la céntrica ciudad de Maracay amaneció inundado de volantes que advertían de que no debía circular nadie pues el día anterior había muerto un joven supuestamente a manos de la policía científica (CICPC).
Ese día, los padres buscaron apresurados a sus hijos en las escuelas antes de la hora de salida y los comercios cerraron sus puertas porque los volantes alertaban de que quien ejerciera labores diarias en la calle se atenía a “las consecuencias”.
El escrito se atribuye a José Gabriel Álvarez Rojas, conocido como “El Chino Pedrera”, presunto cabecilla de una banda criminal que en el pasado fue el líder de una cárcel de Aragua, el estado del que Maracay es capital.
La octavilla, que no está firmada, reclama al gobernador de Aragua, Tarek El Aissami, “que tome medidas”, al afirmar: “no puede ser posible que por ser un joven que se preocupe por el bienestar de las comunidades del municipio Girardot de la zona norte de Maracay le quiten la vida como lo hicieron con Emilio José Rojas Madriz”.
Indica asimismo que “los principales corruptos del estado son los mismos órganos de seguridad”, pues no toman en cuenta las “labores sociales y donaciones” que el grupo que escribe la carta supuestamente realiza “a diario” en Aragua.
“Aquí en el estado Aragua nos vamos a hacer sentir por nuestros seres queridos y si quieren despertar a un monstruo nosotros estaremos en pié de lucha”, finaliza el escrito.
El anterior suceso ocurrió el 25 de enero en la ciudad de Porlamar, perteneciente a la isla de Margarita, donde un grupo de reclusos rindió homenaje a su exlíder Teófilo Cazorla, alias “El Conejo”, que murió tiroteado cuando salía de una discoteca.
Mientras los presos disparaban al aire con armas largas y pistolas, en el interior de la cárcel, al día siguiente, cuando se produjo el entierro, la banda exigió a los vecinos que no salieran a la calle para que la urna del delincuente circulara por la ciudad.
La oposición política, que ahora tiene mayoría en el Parlamento, anunció que abriría una investigación por el hecho de que los presos posean armas de guerra y solicitó la interpelación del ministro de Defensa, Vladimir Padrino, que aún no se ha realizado.
Para el director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), Roberto Briceño León, “el nivel de organización del delito y del crimen en Venezuela está sustituyendo al Estado en algunos territorios”.
Briceño León afirmó a Efe que estas bandas están organizadas porque cuentan la financiación que les permite tener un “pié de fuerza” de hasta 600 hombres en algunos casos, además de armas y control sobre el territorio.
“En Maracay, en principio, ellos no hieren a nadie, no matan a nadie, pero todo el mundo se queda en su casa, les hacen caso y así demuestran que tienen el control, el territorio, que tienen el suficiente nivel de persuasión y que al fin y al cabo representan allí más que al propio Estado”, manifestó.
Según el experto, en las cárceles “se organizan delitos, se dirigen secuestros y se cobran rescates” y también se hacen “demostraciones de fuerza como la vista en Margarita”.
Además, los asesinatos de policías son cada vez más frecuentes en Venezuela, apunta el director del OVV, quien reconoce que se están produciendo “muchos ajusticiamientos” de criminales por parte de los funcionarios de seguridad.
La organización OVV presentó en diciembre un informe en el que señala que Venezuela registró en 2015 la cifra récord de 27.875 muertes violentas, lo que significa una tasa de 90 por cada cien mil habitantes.
Fuentes oficiales reducen significativamente las cifras. Según la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, en 2015 la tasa de homicidios fue de 58,1 por cada 100.000 habitantes, lo que se traduce en 17.778 muertos. EFE

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